Ser psicopedagogo...
El campo delimitado en ese suceder de apropiaciones consta de varios elementos: un sujeto susceptible de aprendizaje, un objeto susceptible de ser incorporado, objetos y sujetos que actúan como mediadores en esa dialéctica, todo esto, sostenido en el campo de la cultura, elaborado por la estructura del lenguaje que a su vez, antecede a cada uno de estos componentes.
Sin duda esta trama es compleja y pone en evidencia la necesidad de lo transdisciplinario.
Históricamente la psicopedagogía nace en función de actuar ante lo considerado patológico en tanto situación de aprendizaje no exitosa.
Los trastornos o dificultades en el aprendizaje, centralmente evidenciados en las instituciones educativas, fueron –y siguen siendo- el motor para el surgimiento y reafirmación de esta disciplina.
La era de las comunicaciones tecnológicas presenta nuevas tramas de significación en las cuales el proceso enseñanza-aprendizaje es un desafío cotidiano para el hombre y la mujer singulares, y los contextos sociales políticos y económicos exponen a las sociedades a contradicciones en donde los procesos enseñanza-aprendizaje, dentro de los marcos institucionales, quedan a merced de necesidades devenidas de la preservación de un poder hegemónico.
En el campo educativo, el psicopedagogo corre el riesgo de quedar atrapado en un rol de agente facilitador de adaptación del niño a una estructura institucional arbitraria, en lugar centrarse en un eje de intervención basado en la singularidad del niño y sus necesidades.
Los niños suelen ser derivados desde las escuelas hacia los servicios psicopedagógicos en tanto no se produzcan los resultados esperados de aprendizaje y adaptación para que el psicopedagogo elabore procedimientos y estrategias que logren mantener al niño con efectividad asimiladora de conceptos en el aula, en silencio, y en lo posible quieto en su asiento.
Ahora bien,
¿Aprendizaje de qué contenidos y bajo qué modalidades?
¿De la era compleja actual, o del siglo XIX?
¿Bajo parámetros construidos sobre las necesidades locales, o como imposiciones elaboradas en una cultura que nada conoce sobre la realidad de la infancia argentina, salvo que algún día serán adultos pasibles de incorporarse a la sociedad de consumo y trabajo? ...
Respuestas no hay, pero siempre es positivo comenzar haciéndose preguntas...
Sin duda, el psicopedagogo es un agente facilitador de los aprendizajes y el momento decisivo de ese proceso es el encuentro primordial en el cual un sujeto desea que otro sujeto sea.
En cada apropiación de conocimiento, hay una nueva resignificación de sentido, una nueva entidad cognitiva en desarrollo, y se posibilitan nuevos caminos para surcar la trama en pos del llamado de los deseos.
Ser testigo, partícipe, acompañante en esta travesía vital es la devolución, el beneficio, el “premio” de haber elegido el ámbito de la psicopedagogía."
Cristina Echegaray